Amanda y las Nubes de la Ciudad
Cuentos, premiumEn una ciudad donde el ruido era constante y las caras eran tantas que se volvían invisibles, vivía Amanda. Era una joven distinta, no porque quisiera serlo, sino porque no podía evitarlo.
Índice de Cuentos y Libros
Listado completo, podrás acceder a los cuentos según tu suscripciónEn una ciudad donde el ruido era constante y las caras eran tantas que se volvían invisibles, vivía Amanda. Era una joven distinta, no porque quisiera serlo, sino porque no podía evitarlo.
La Magia de Narrar para el Desarrollo Integral de los Niños
Doro era un escarabajo joya, con un caparazón que brillaba como si estuviera hecho de oro líquido
Había una vez un joven árbol llamado Ario que vivía en un claro del bosque. Ario era delgado, con ramas pequeñas y hojas que apenas comenzaban a brotar. Pero tenía un sueño muy grande: quería tocar las estrellas.
Había una vez un árbol muy especial que vivía en el corazón de un bosque. Era alto, fuerte y sus ramas estaban llenas de hojas verdes que bailaban con el viento
Había una vez un pequeño barquito llamado Brisita, que vivía en un puerto lleno de sueños. Brisita no era el más grande ni el más rápido, pero tenía algo especial: una brújula mágica que siempre le mostraba el camino hacia su destino.
Había una vez un caballo blanco, tan imponente que parecía esculpido por los dioses
Había una vez un cangrejito llamado Ema que vivía en una laguna donde el agua siempre estaba turbia
La Danza de la Voluntad. En un vasto desierto dorado, donde las dunas se movían como olas congeladas en el tiempo, vivían dos criaturas que, a simple vista, no parecían pertenecer a ese lugar: un cangrejo y un escorpión.
Había una vez un pequeño pueblo junto al mar, donde las personas vivían con la creencia de que para ser buenas y valiosas, bastaba con visitar el gran templo de la colina o rendir homenaje a la estatua de la plaza central.
Había una vez un joven llamado Jan, un soñador con el corazón lleno de preguntas y una conexión especial con su pasado. Desde niño, llevaba consigo un collar que le había regalado su bisabuelo, un hombre sabio que siempre le decía...
En un universo infinito, el cielo no solo era un lienzo de estrellas, sino una red viva de conciencia. Cada estrella representaba a una persona
Había una vez un pueblo donde las personas vivían en silencio
En un rincón escondido del mundo, donde los lagos reflejan el cielo como espejos infinitos, las montañas se alzan como gigantes dormidos y los bosques susurran secretos al viento, vivía un dragón furioso llamado Ignis
En un rincón de la India, donde los amaneceres pintan el cielo de oro y los ríos cantan al sol, vivía un grupo de elefantes.
Había una vez un faro solitario en la cima de un acantilado, rodeado por un mar que a menudo se volvía feroz. Las olas golpeaban con fuerza, los vientos rugían, y las tormentas parecían querer apagar su luz
En una ciudad dividida por un límite invisible, donde un lado estaba cubierto de sombras y el otro brillaba con la calidez del sol, vivía un gato negro.
En un rincón escondido del bosque, donde los rayos del sol apenas tocaban el suelo, había un lugar mágico llamado el Claro de Cristal
Había una vez un hombre llamado Elías, un poeta de alma luminosa, que veía el mundo con ojos que pocos podían entender. Para él, las palabras no eran solo palabras; eran puentes, eran alas, eran burbujas que flotaban en el aire...
Egoán vivía en un castillo de cristal, en el centro del reino interior de cada persona.
En un rincón del mundo donde el cielo se funde con el agua, vivía un ser que parecía haber llegado de otro plano.
Había una vez un pequeño pueblo rodeado de montañas, donde vivía una mujer llamada Alma que podía tejer hilos invisibles que conectaban su corazón con las personas.
Había una vez una niña llamada Sofía que vivía en una casa enorme...
Había una vez una niña llamada Lía, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Aunque su hogar era sencillo, en su habitación había un tesoro que nadie más poseía: un libro majestuoso, con una cubierta dorada que brillaba como el sol y páginas qu
Había una vez un niño llamado Lian, que tenía una risa tan brillante que parecía encender el cielo cuando reía
Había una vez, en un rincón profundo del océano, donde la luz apenas se atrevía a llegar, una ballena azul que surcaba las aguas con la calma de quien ha visto siglos pasar.
Había una vez un pescador llamado Mateo, que vivía en un pequeño pueblo costero. Cada día, salía al mar con su barca, buscando los peces más grandes y brillantes.
Había una vez un hombre llamado Samuel, un guerrero incansable que había pasado toda su vida luchando. No luchaba con espadas ni escudos, sino con su voluntad, su esfuerzo y su determinación.
Había una vez una niña llamada Ana, que nació y creció en un bosque mágico...
Había una vez un joven llamado Teo, que vivía en un pueblo lleno de relojes
Había una vez un río llamado Clara, que nacía en lo alto de una montaña cubierta de nieve brillante. Clara era un río especial, porque podía hablar con las nubes, los árboles y hasta con las estrellas. Pero había algo que siempre le inquietaba...
Había una vez un río que serpenteaba por un valle, fluyendo con gracia y libertad. Su agua era cristalina, suave, y llevaba vida a todo lo que tocaba
Había una vez un arroyo que nacía en la cima de la montaña más alta, donde las vertientes brotaban desde lo más profundo de la tierra. Su agua era tan pura y cristalina que parecía un espejo del cielo.
Había una vez un océano inmenso, donde el viento rugía con fuerza y las olas golpeaban sin descanso contra un arrecife antiguo
En el corazón de un bosque que parecía eterno, donde los árboles se alzaban como gigantes dormidos y la niebla danzaba entre sus raíces, había un farol. No era un farol cualquiera. Era viejo, de hierro forjado...
La Mariposa de Hilos de Oro - En un rincón del universo, donde los cielos se pintan con colores que los ojos humanos no pueden imaginar, vivía una mariposa llamada Aurora.
Había una vez un pueblo donde todo era gris. Las casas, las calles, incluso los rostros de las personas parecían estar cubiertos por una capa de ceniza invisible.
En lo alto de las montañas, donde el cielo se encuentra con la tierra, vivía Kuntur, una majestuosa hembra cóndor
Era un amanecer dorado, de esos que pintan el cielo con promesas. Gala, una pequeña ave de plumas brillantes, se posaba en la rama más alta de su árbol favorito, mirando hacia el horizonte
Había una vez un hombre llamado Mateo, un artesano que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Mateo era conocido por sus manos mágicas: podía transformar un simple trozo de madera en una obra de arte.
Había una vez, en un prado lleno de vida, una pequeña semilla de cardo llamada Inti
En el corazón de un bosque lleno de vida, había un árbol tan alto que sus ramas parecían tocar el cielo. De una de esas ramas colgaba una colmena redonda, perfecta, como si la hubieran dibujado con compás.
Había una vez un niño llamado Leo que vivía en una casita de madera junto al mar
En un prado lleno de flores y árboles, vivía una liebre llamada Lila. Lila era muy curiosa y siempre estaba recogiendo cosas que encontraba: una pluma brillante, una piedra especial, y un día, un hermoso globo rojo que alguien había dejado volar.
Había una vez un joven llamado Nico que caminaba por la vida con una mochila invisible en su espalda
Había una vez una mujer llamada Linda que, tras atravesar los momentos más oscuros de su vida, decidió refugiarse en el silencio
Había una vez una niña llamada Alma, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Alma tenía un secreto que nunca había compartido con nadie: por las noches, cuando todo estaba en silencio, las estrellas le hablaban.
Había una nube gris que vagaba por el cielo, cargada de un peso que no sabía nombrar. Dentro de ella, se agitaban sombras.
Cuentos que conectan con los niños en sus momentos clave de crecimiento, mientras inspiran imaginación y conciencia
Cerca del pueblo, donde el aire olía a tierra húmeda y las hojas susurraban secretos al viento, se encontraba un gran bosque de robles
En una pequeña habitación llena de juguetes, risas y secretos, vivía una colección de bolitas de cristal. Cada una tenía su propio brillo, su propio color, y su propia historia.
Una invitación a volar más allá de los límites y a sumergirse en la magia del océano.
En un rincón del bosque, había un jardín mágico llamado el Jardín de los Sueños. Allí vivía un grupo de mariposas de todos los colores: azules como el cielo, amarillas como el sol y naranjas como el fuego del atardecer.
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, una niña llamada Luz
En una de las calles peatonales más encantadoras de París, justo donde los adoquines brillan después de la lluvia y los artistas callejeros llenan el aire con música, vivía una ratita llamada Rita
Había una vez un pequeño erizo llamado Tito que vivía en una cueva acogedora al pie de una gran montaña
Había una vez una niña que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Desde que tenía memoria, los cuentos eran su refugio y su alegría. Cada noche, antes de dormir, pedía a sus padres que le contaran una historia.