Luz Viva: Ebooks Infantiles

En una pequeña habitación llena de juguetes, risas y secretos, vivía una colección de bolitas de cristal. Cada una tenía su propio brillo, su propio color, y su propia historia. Pero entre todas, había una que era especial. No porque fuera la más grande o la más brillante, sino porque tenía un secreto que nadie conocía… ni siquiera Javi, el niño que la adoraba.

Javi amaba las bolitas. Pasaba horas jugando con ellas, haciéndolas rodar por pistas improvisadas, lanzándolas al aire y viéndolas brillar bajo la luz del sol. Pero esta bolita, la mágica, era diferente. Cambiaba de color según cómo se sentía Javi. Si estaba feliz, se volvía amarilla como el sol. Si tenía miedo, se teñía de rojo intenso. Y si alguna vez estaba triste, la bolita se volvía azul, como el cielo en un día lluvioso.

Lo que Javi no sabía era que, cada noche, cuando él cerraba los ojos y el mundo se sumía en silencio, la bolita cobraba vida. Rodaba suavemente fuera de su caja, bajaba la escalera con pequeños saltos, atravesaba la cocina esquivando sillas y mesas, y salía al jardín. Allí, bajo la sombra del Gran Árbol, comenzaban sus aventuras.

El Gran Árbol era viejo y sabio, con ramas que parecían brazos extendidos hacia el cielo. Había visto pasar estaciones, tormentas y soles ardientes. Y ahora, era el guardián silencioso de las travesuras nocturnas de la bolita mágica. Cada noche, la bolita le contaba sus sueños, sus miedos y sus descubrimientos. Y el árbol, con su voz profunda y pausada, le respondía con historias de tiempos antiguos y consejos que resonaban como ecos en el viento.

Pero esta no es solo la historia de una bolita mágica. Es la historia de cómo cada color, cada emoción, y cada aventura la transformaron. Porque, aunque era pequeña y redonda, la bolita estaba destinada a aprender algo que cambiaría su vida… y la de Javi.

Y así, una noche, cuando Javi se quedó dormido con una lágrima en la mejilla, la bolita sintió un calor extraño en su interior. Su color cambió, volviéndose transparente como el cristal más puro. Era el comienzo de algo nuevo. Una aventura que la llevaría más allá del jardín, más allá de los colores, y más allá de lo que jamás había imaginado.